miércoles, 17 de febrero de 2010

Por ésto nunca tendré hijos

-Yo pienso en el hijo. Yo no creo que el delito mayor del hombre sea el haber nacido. El delito mayor del hombre es hacer nacer.
-¿Siempre? ¿sin excepción?
-No. Para mí el criterio es éste: se tienen hijos sanos a quienes se les da un hogar, protección, educación, cuidados..., podemos otorgar la absolución a los padres; se tienen hijos enfermos, tuberculosos, sifilíticos, neurasténicos, consideramos criminales a los padres.
-¿Pero eso se puede saber con anterioridad?
-Sí, fácil no es, pero sólo el peligro, sólo la posibilidad de engendrar a una prole enfermiza debía bastar al hombre para no tenerla. El perpetuar el dolor en el mundo me parece un crimen.
-¿Pero puede saber nadie cómo será su descendencia? Ahí tengo yo un amigo enfermo, que ha tenido una niña sana, fortísima.
-Eso es muy posible. Pero la única garantía de la prole es la robustez de los padres. Yo te confieso, para mí nada tan repugnante como esa bestia prolífica, que entre vapores de alcohol va engendrando hijos que hay que llevar al cementerio o que si no van a engrosar los ejércitos del presidio y la prostitución. Yo tengo verdadero odio a esa gente sin conciencia, que llena de carne enferma y podrida la tierra. No debe ser lícito engendrar seres que vivan el dolor. No se necesita cantidad, sino calidad.


"El Árbol de la Ciencia", Pío Baroja.

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