viernes, 26 de febrero de 2010

Jabberwocky.

Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
Y de las zarpas que desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!

Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando...
Y así, mientras cavilaba firsuto.

¡¡Hete al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!

Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y hazlo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.

Pero brumeaba ya negro el sol
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba...

Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.

-¡Ten mucho cuidado con el cruel Guirigay, hijo mío!
¡Las mandíbulas que muerden y las garras que aprisionan!
-¡Ten cuidado con el pájaro Yuyú, que de él no fío;
huye del rifuegraznizante Protestinfernómal!

Tomó su espada flumirante en la mano,
Por mucho tiempo al enemigo buscó...
Y descansó junto al árbol Tumtumgano
y pensando y pensando permaneció.

Mientras pensaba fulente,
aquel Guirigay llameante
vino por el bosque enverte,
¡rugitando hacia adelante!

¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡De plano, de revesa
la flumirante hoja golpeó y cortó!
Dejando al cuerpo muerto, asió la cabeza
y con tal botín guerrero regresó.

-Y, pues, ¿es verdad que has terminado con el Guirigay?
¡Ven a mis brazos entonces, mi bendito hijo de día!
Oh, promifortunoso día, sí... ¡Aleluya! ¡Alelay!
Armonivibró en medio de su trompetizul alegría.

Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.

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