jueves, 9 de diciembre de 2010

Like an elephant in a room



"No sabe el daño que me ha hecho, no tiene ni idea, no tiene ni puta idea, usted se dedica a trabajar, a llenar las horas y a esperar a que su jornada termine, tal vez crea que no me hizo nada, seguro que cree que es inocente, totalmente inocente, un pobre inocente que no se merece nada de esto, pero le aseguro que me ha hecho daño, a mí, a mí y a Dylan, nos ha hecho daño, mucho daño, no se imagina cuánto, y debería matarle por ello ahora mismo, debería hacerlo, pero creo que le dejaré vivir, tal vez lo haga, porque quiero que lo sepa, al próximo chico que acuda a usted con problemas y que le diga que alguien se mete con él, debería escucharle, no importa lo que digan los otros chicos… En fin, señor, yo qué sé, ahí fuera hay otros chicos como nosotros y ellos le matarán si nos jode cómo nos jodió a Dylan y a mí, cabrón."
Eric Harris.

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Eric Harris y Dylan Klebold fueron dos estudiantes del instituto Columbine que mataron a doce estudiantes y un profesor el martes 20 de abril de 1999 en la llamada Masacre del instituto Columbine. Después del ataque, tanto Harris (de 18 años de edad) como Klebold (de 17) se suicidaron. Ambos habían sufrido un rechazo general por parte de sus compañeros de instituto. Eric Harris sentía un gran odio hacia todas las personas y Dylan Klebold tenía una depresión muy fuerte, ya que decía que la vida le había tratado mal y que nunca encontraría la felicidad.

Las primeras investigaciones posteriores a la masacre indicaron que Harris y Klebold eran frecuentes víctimas de acoso escolar en Columbine. Eran rechazados por los demás estudiantes, ya que no eran niños "normales", no tenían muchos amigos; de hecho, eran llamados "The Outcasts" (excluidos). Este acoso y rechazo les generaba rencor y odio, el diario de Eric Harris es una clara muestra de esto. En una de las páginas de su diario se puede leer "Odio, estoy lleno de odio y lo amo" como también se pueden ver símbolos nazis, y dibujos de personajes con armas al estilo Doom. El diario de Dylan Klebold en cambio es menos agresivo, se puede notar que era un muchacho depresivo. Menciona todo el tiempo de que la vida ha sido injusta con él, que no tiene felicidad ni amor.

Musicalmente, Harris admiraba a Rammstein, KMFDM, Orbital y The Prodigy. En sus páginas webs Harris publicó las letras de Son of a Gun, Power, Waste y Stray Bullet del grupo KMFDM.

martes, 30 de noviembre de 2010

Orgullo y Prejuicio

-Si una mujer disimula su afecto con igual habilidad ante el objeto que lo provoca, puede perder la oportunidad de hacer decidirse a éste; y entonces será mezquino consuelo suponer al mundo en igual ignorancia. Principiamos con una pequeña preferencia que es de lo más natural; pero hay pocas de nosotras que posean suficiente corazón para enamorarse de veras sin un estímulo. A Bingley le gusta, sin duda, tu hermana; pero puede no pasar de ahí si ella no le ayuda.

-Es que ella le ayuda cuanto le permite su modo de ser. Si yo soy capaz de notar sus miradas hacia él, tendría él que ser un simple para no descubrirlas.

-Recuerda, Elizabeth, que él no conoce el natural de Jane como tú.

Jane Austen.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Último capítulo de la Naranja Mecánica

-¿Y ahora qué pasa, eh?

Estábamos yo, Vuestro Humilde Narrador, y mis tres drugos, es decir Len, Rick y Toro, llamado Toro porque tenía un cuello bolche y una golosa realmente gronca que eran como las de un toro bolche bramando auuuuuuh. Estábamos sentados en el bar lácteo Korova, exprimiéndonos los rasudoques y decidiendo qué podríamos hacer en esa bastarda noche de invierno, oscura, helada, aunque seca. Había muchos chelovecos puestos en órbita con leche y velocet, synthemesco y drencrom, y otras vesches que te llevaban lejos, muy lejos de este infame mundo real a la tierra donde videabas a Bogo y el Coro Celestial de Angeles y Santos en tu sabogo izquierdo, mientras chorros de luces te estallaban en el mosco. Estábamos piteando la vieja leche con cuchillos, como decíamos, que te avivaba y preparaba para una piojosa una-menos-veinte, pero ya os he contado todo esto.

Íbamos vestidos a la última moda, que en esos tiempos era un par de pantalones muy anchos y un holgado y reluciente chaleco negro de piel sobre una camisa con el cuello desabrochado y una especie de pañuelo metido dentro. En esos tiempos también estaba de moda pasarse la britba por la golová y rasurar la mayor parte, dejando pelo sólo a los lados. Pero siempre era lo mismo para nuestras viejas nogas, unas grandes botas bolches, realmente espantosas, para patear litsos.
-¿Y ahora qué pasa, eh?

Yo era el mayor de los cuatro y todos me consideraban el líder del grupo, pero a veces se me ocurría que a Toro le rondaba por la golová la idea de tomar el mando, y esto sólo porque era enorme y por la gronca golosa que le salía cuando estaba en pie de guerra. Pero todas las ideas venían de Vuestro Humilde, oh hermanos míos, y además estaba la vesche de que yo había sido famoso y habían publicado mi foto y artículos sobre mí y toda esa cala en las gasettas. Además yo tenía el mejor trabajo de los cuatro, en los Archivos Nacionales de Gramodiscos en el lado de la música, y cada fin de semana tenía los carmanos repletos de preciosos gollis, además de un montón de buenos discos gratis para el malenco estante de mi lado.

Esa noche en el Korova había un buen número de vecos y ptitsas y débochcas y málchicos que smecaban y piteaban y que interrumpían las goboraciones y la cháchara de los en-órbita barbotando cosas como «Gargariza los falatucos y el gusano se disemina en pequeñas bolas masacradas» y toda esa cala, uno podía slusar una canción pop en el estéreo, Ned Achimota cantando Ese día, sí, ese día. En la barra había tres débochcas vestidas a la última moda nadsat, esto es, pelo largo despeinado teñido de blanco y grudos postizos que sobresalían lo menos un metro y faldas muy cortas y ajustadas y ropa interior blanca y espumosa, y Toro repetía sin cesar: -Eh, podríamos meternos ahí, tres de nosotros. Al viejo Len no le interesa. Dejemos al viejo Len a solas con su Dios. -Y Len repetía sin cesar:- Yarboclos yarboclos. ¿Qué ha sido del espíritu del todos para uno y uno para todos, eh, chico? -De pronto me sentí muy muy cansado y al mismo tiempo con una energía hormigueante, y dije:

-Fuera fuera fuera fuera fuera.

-¿Adónde? -preguntó Rick, que tenía litso de rana.

-Oh, sólo a videar que sucede en el gran exterior -dije. Pero por alguna razón, hermanos míos, me sentí enormemente aburrido y algo desesperado, y esos días me había sentido así a menudo. De modo que me volví al cheloveco sentado junto a mí en el largo asiento de felpa que corría alrededor del mesto, un cheloveco somnoliento que barboteaba, y le aticé unos puñetazos en el estómago, ac ac ac, realmente scorro. Pero él ni los sintió, hermanos, y barbotó: «Carretea la virtud, ¿dónde en el extremo de las colas yacen las palopalomitas?» Así que nos largamos a la gran noche invernal.

Descendimos por el bulevar Marghanita y como no había militsos patrullando por allí, cuando encontramos a un starrio veco que venía del quiosco donde acababa de cuperar la gasetta le dije a Toro: -Muy bien, Toro, adelante si así lo deseas. -En aquellos tiempos, cada vez con más frecuencia me limitaba a dar las órdenes y videar cómo las cumplían. Toro se le echó encima y lo cracó, er er er, y los otros dos lo pisotearon y patearon, smecando todo el tiempo, y luego dejaron que se arrastrara gimoteando hasta donde vivía.

-¿Qué me dices de un delicioso vaso de algo que nos saque el frío, eh Alex? -propuso Toro. No estábamos lejos del Duque de Nueva York. Los otros dos dijeron sí sí sí con la cabeza, pero todos me miraron para videar si eso estaba bien. Estuve de acuerdo, así que hacia allá iteamos. Dentro del antro esperaban aquellas starrias ptitsas o harpías o bábuchcas que recordaréis del principio y todas empezaron con lo de «Buenas noches, muchachos, Dios os bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros», esperando que nosotros dijéramos: «¿Qué vais a tomar, chicas?» Toro hizo sonar el colocolo y acudió un camarero frotándose las rucas en el delantal grasiento. -El dinero sobre la mesa, drugos -dijo Toro sacando un tintineante montón de dengo-. Escocés para nosotros y lo mismo para las viejas bábuchcas, ¿eh?

Y entonces yo dije: -Ah, al demonio. Que se lo paguen ellas. -No sabía por qué, pero en aquellos últimos tiempos me había vuelto algo tacaño. Se me había metido en la golová el deseo de guardar todos esos preciosos billetes para mí, de atesorarlos por alguna razón.

Toro dijo: -¿Qué pasa, brato? ¿Qué le sucede al viejo Alex?

-Ah, al demonio -dije yo-. No lo sé, no lo sé. Ocurre que no me gusta despilfarrar los billetes duramente ganados, eso es todo.

-¿Ganados? -dijo Rick-. ¿Ganados? No tienen por qué ganarse, como bien sabes, viejo drugo. Tomarlos, basta con tomarlos. -Y smecó realmente gronco y vi que tenía uno o dos subos menos estropeados.

-Ah -dije-, tengo que pensarlo. -Pero al videar la expresión de las viejas bábuchcas, que esperaban ansiosas un poco de alc gratis, encogí los plechos, saqué el dinero del carmano de los pantalones, billetes y monedas revueltos, y los dejé caer tintineando sobre la mesa.

-Escocés para todos, ¿verdad? -dijo el camarero, pero por alguna razón dije:

-No, muchacho, para mí será una cerveza pequeña, ¿de acuerdo?

-Esto no me gusta -dijo Len, y empezó a pasarme las rucas por la golová, como queriendo decir que yo tenía fiebre, pero le gruñí como un perro y se apartó scorro-. Está bien, está bien, drugo -dijo-. Como tú digas.

Pero Toro estaba smotando con la rota abierta algo que había salido de mi carmano junto con el precioso dinero que había dejado en la mesa.

-Bueno bueno bueno -dijo-. Y nosotros sin enterarnos.

-Dame eso -gruñí, y se lo arrebaté scorro. No me explicaba cómo había llegado allí, hermanos, pero era la fotografía que yo había recortado de una vieja gasetta, un bebé que gorjeaba gu gu gu mientras le babeaba leche de la rota y miraba arriba como smecando el mundo, y estaba todo nago y la carne toda como pliegues porque era un bebé muy gordo. Hubo un ja ja ja mientras querían arrebatarme el pedazo de papel y tuve que gruñirles de nuevo y agarré la foto y la rompí en pedazos diminutos que dejé caer como nieve. El whisky llegó al fin y las starrias bábuchcas dijeron: -Salud, muchachos, Dios los bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros- y toda esa cala. Y una de ellas toda líneas y arrugas, sin un subo en la vieja rota hundida, dijo: -No rompas el dinero, hijo. Si tú no lo necesitas, dáselo a otros -lo cual fue muy descarado y audaz. Pero Rick dijo:

-No era dinero, oh bábuchka. Era la fotografía de un pequeño y tierno bebé.

-Ya me estoy cansando -dije yo-. Sois vosotros los bebés, todos. Mofándose y riéndose y lo único que sabeis hacer es smecar y arrear tolchocos bolches y cobardes a la gente, cuando ellos no pueden devolverlos.

-Bueno -dijo Toro-, siempre te habíamos tenido por el rey en esas cuestiones y además el maestro. No te encuentras bien, eso es lo que te pasa, viejo drugo.

Videé el turbio vaso de cerveza delante de mí sobre la mesa y sentí como un vómito dentro de mí, así que exclamé -Aaaaah- y arrojé por todo el suelo la cala espumosa y vonosa. Una de las ptitsas starrias comentó:

-No quiere gastar.

-Mirad, drugos, escuchadme -dije-. Por alguna razón esta noche no estoy bien de humor. No sé por qué o cómo, pero así es la cosa. Vosotros tres salid por vuestra cuenta esta noche y yo me quedo fuera. Mañana nos encontraremos en el mismo lugar y hora, y espero estar mucho mejor.

-Oh -dijo Toro-, de veras que lo siento. -Pero se le videaba un brillo en los glasos, porque esa naito él podría llevar la batuta. Poder, poder, todos quieren poder.- Podemos posponer para mañana lo que teníamos en mente -dijo Toro-, esa crastada en las tiendas de la calle Gagarin. Diversión de película y dinero todo junto, drugo.

-No -dije yo-. No posponéis nada. Adelante como si nada y según vuestro propio estilo. Ahora, yo me iteo -añadí, y me levanté de la silla.

-¿Adónde? -preguntó Rick.

-No lo sé -dije-. Necesito estar solo y aclarar unas cosas. -Era evidente que las viejas bábuchcas estaban realmente confundidas porque me marchara de aquel modo todo taciturno y no como el malchiquito animado y smecante que ellas recordaban. Pero dije:- Ah, al demonio, al demonio -y me largué odinoco a la calle.

Estaba oscuro y se estaba levantando un viento afilado como un nocho, y muy muy pocos liudos fuera. Por las calles circulaban coches patrulla cargados de brutales ras ras, y de cuando en cuando podía videarse en alguna esquina una pareja de militsos muy jóvenes que pateaban el suelo para defenderse del frío malévolo y exhalaban un aliento de vapor al aire invernal, oh hermanos míos. Supongo que en verdad se estaban acabando los tiempos de la ultraviolencia y el crastar, pues los ras ras trataban con brutalidad a quienes atrapaban, aunque se había convertido más bien en una especie de guerra entre nadsats desobedientes y ras ras, que podían ser más scorros con el nocho y la britba y con el bastón e incluso la pistola. Pero lo que me ocurría en aquellos tiempos era que eso no me importaba mucho. Era como si algo suave estuviese colándoseme dentro y no ponimaba por qué.

Tampoco sabía qué quería. Incluso la música que me gustaba slusar en mi malenca guarida era la que antes me habría hecho smecar, hermanos. Slusaba más malencas canciones románticas, lo que llaman Lieder, sólo una golosa y un piano, muy tranquilas y tiernas, muy diferente de cuando todo eran bolches orquestas y yo me tumbaba en la cama entre violines, trombones y timbales. Algo estaba ocurriendo en mi interior, y yo me preguntaba si sería alguna enfermedad o si lo que me habían hecho aquella vez estaba trastornándome la golová y me iba a volver realmente besuño.

Así pensando, con la golová gacha y las rucas en los carmanos del pantalón, recorrí la ciudad, hermanos, y al fin empecé a sentirme muy cansado y necesitado de una bolche chascha de chai con leche. Pensando en el chai tuve una súbita visión, como una fotografía de mí mismo sentado en un sillón ante un bolche fuego piteando chai, y lo más divertido y a la vez extraño era que yo parecía haberme convertido en un starrio cheloveco, de unos setenta años de edad, porque videé mi propio boloso, muy gris, y además llevaba patillas, que también eran muy grises. Pude videarme como un anciano sentado junto al fuego y entonces la imagen se desvaneció. Pero fue una experiencia como extraña.

Llegué a uno de esos mestos de té-y-café, hermanos, y a través de los grandes cristales videé que estaba atestado de liudos apagados, corrientes, de litsos pacientes e inexpresivos, que no harían daño a nadie, todos sentados allí goborando quedamente y piteando unos tés y cafés inofensivos. Iteé en el interior, fui hasta la barra y pedí un buen chai caliente con mucha moloco, y luego iteé hasta una mesa y me senté a pitearlo. Una pareja joven ocupaba aquella mesa y bebían y fumaban cánceres con filtro, y goboraban y smecaban en voz baja, pero apenas reparé en ellos y seguí bebiendo y soñando y preguntándome qué era lo que estaba cambiando en mí y qué iba a ocurrirme. Sin embargo videé que la débochca de la mesa que estaba con el cheloveco era de película, no de la clase que querrías tumbar en el suelo para darle el viejo unodós, unodós, sino que tenía un ploto y un litso de primera, y una rota sonriente y un boloso muy muy brillante y toda esa cala. Y entonces el veco que la acompañaba, que llevaba un sombrero en la golová y estaba de espaldas a mí, volvió el litso para videar el bolche reloj de pared que había en el mesto, y entonces pude videar quién era y él videó quién era yo. Era Pete, uno de mis tres drugos de los días en que éramos Georgie, Lerdo, él y yo. Era Pete, que parecía mucho mayor aunque no podía tener entonces más de diecinueve años y llevaba un pequeño bigote y un traje corriente y el sombrero puesto.

-Bueno bueno bueno, drugo -dije-, ¿cómo te va? Hace mucho, mucho tiempo que no te videaba.

Y él dijo: -Eres el pequeño Alex, ¿verdad?

-El mismo -dije-. Ha pasado mucho, mucho tiempo desde aquellos buenos tiempos de antes, muertos y enterrados. Y el pobre Georgie, según me dijeron, está bajo tierra, y el viejo Lerdo es un militso brutal, y aquí estás tú y aquí estoy yo, ¿y qué noticias tienes, viejo drugo?

-Qué manera de hablar más rara, ¿verdad? -dijo la débochca entre risitas.

-Éste es un viejo amigo -le dijo Pete a la débochca-. Se llama Alex. -Y volviéndose hacia mí añadió:- Te presento a mi mujer.

Me quedé boquiabierto. -¿Tu mujer? -balbucí-. ¿Mujer mujer mujer? Ah, no, eso no es posible. Eres demasiado joven para estar casado, viejo drugo. Imposible, imposible.

La débochca que era la mujer de Pete (imposible, imposible) soltó otra risita y le dijo: -¿Tú también hablabas de esa manera?

-Bueno... -dijo Pete, y sonrió-. Tengo cerca de veinte años. Bastante viejo para casarse, y ya hace dos meses. Tú eras muy joven y muy adelantado, recuerda.

-En fin... -Seguía como pasmado.- Me cuesta de veras hacerme a la idea, viejo drugo. Pete casado. Vaya vaya vaya.

-Tenemos un piso pequeño -dijo Pete-. Gano muy poco en State Marine Insurance, pero las cosas mejorarán, seguro. Y Georgina... -¿Puedes repetir el nombre? -dije, con la rota aún abierta como un besuño. La mujer de Pete (mujer, hermanos) volvió a soltar otra risita.

-Georgina -dijo Pete-. Georgina también trabaja. De mecanógrafa, ¿sabes? Nos las arreglamos, nos las arreglamos. -Hermanos, no podía apartar los glasos de él, de verdad. Había crecido y tenía golosa de hombre crecido también.- Tienes que venir a vernos alguna vez -dijo Pete-. Sigues pareciendo muy joven a pesar de tus terribles experiencias. Sí sí, sí lo leímos todo. Pero, por supuesto, aún eres muy joven.

-Dieciocho -dije-. Recién cumplidos.

-Dieciocho, ¿eh? -dijo Pete-. Tan mayor ya. Bueno bueno bueno. Ahora tenemos que irnos -añadió, y le dedicó a su Georgina una mirada amorosa y oprimió una de sus rucas entre las suyas y ella le devolvió una mirada igual, oh hermanos míos-. Sí -dijo Pete mirándome-, vamos a una pequeña fiesta en casa de Greg.

-¿Greg? -dije.

-Ah, claro -dijo Pete-, tú no conoces a Greg. Greg vino después de tu época. Entró en escena mientras estabas ausente. Organiza pequeñas fiestas, reuniones de copas y juegos de palabras sobre todo. Pero muy agradables, muy tranquilas. Inofensivas, si entiendes por dónde voy.

-Sí -dije-. Inofensivas. Sí, sí, video ese verdadero espanto. -Al oír esto la débochca Georgina se rió otra vez de mis slovos. Y luegos los dos itearon a sus vonosos juegos de palabras en casa del tal Greg, quienquiera que fuese. Y yo me quedé odinoco mirando mi chai con leche, frío a aquellas alturas, pensativo e inquieto.

Tal vez fuera eso, pensé. Tal vez me estaba volviendo demasiado viejo para la clase de chisna que había llevado hasta entonces, hermanos. Acababa de cumplir dieciocho años. Con dieciocho ya no era tan joven. A los dieciocho el viejo Wolfgang Amadeus había compuesto conciertos, sinfonías, óperas y oratorios y toda esa cala, no, no cala, música celestial. Y estaba también el viejo Felix M. con la obertura de su Sueño de una noche de verano. Y había otros. Y estaba ese poeta francés citado por el viejo Benjy Britt, que había escrito sus mejores poemas antes de los quince años, oh hermanos míos. Su primer nombre era Arthur. Dieciocho no era una edad tan tierna entonces. ¿Pero qué haría?

Mientras recorría las calles oscuras y bastardas de invierno después de itear del mesto de té-y-café, videé visiones parecidas a esos dibujos de las gasettas. Alex, Vuestro Humilde Narrador, regresaba a casa del trabajo para cenar un buen plato caliente, y una ptitsa acogedora lo recibía amorosamente. Pero no conseguía videarlo, hermanos, ni imaginar quién podía ser. Sin embargo, tuve la profunda certeza de que si entraba en la habitación próxima a aquélla donde ardía el fuego y mi cena caliente esperaba sobre la mesa encontraría lo que realmente deseaba, y de pronto todo cuadró, la fotografía recortada de la gasetta y el encuentro con Pete. Porque en esa otra habitación, en una cuna, mi hijo gorjeaba gu gu gu. Sí sí sí, hermanos, mi hijo. Y sentí un bolche agujero dentro de mi ploto, que me sorprendió incluso a mí. Comprendí lo que estaba sucediendo, oh hermanos míos. Estaba creciendo.

Sí sí sí, eso era. La juventud tiene que pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal sino uno de esos muñecos malencos que venden en las calles, pequeños chelovecos de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellos itean como si caminaran, oh hermanos míos. Pero itean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esas malencas máquinas.

Mi hijo, mi hijo. Cuando tuviera un hijo se lo explicaría todo en cuanto fuese lo suficiente starrio para comprender. Pero sabía que no lo comprendería o no querría comprenderlo, y haría todas las vesches que yo había hecho, sí, quizás incluso mataría a alguna pobre starria forella entre cotos y coschcas maullantes, y yo no podría detenerlo. Ni tampoco él podría detener a su hijo, hermanos. Y así itearía todo hasta el fin del mundo, una vez y otra vez y otra vez, como si un bolche gigante cheloveco, o el mismísimo viejo Bogo (por cortesía del bar lácteo Korova) hiciera girar y girar y girar una vonosa y grasña naranja entre las rucas gigantescas.

Pero antes de nada, hermanos, estaba la vesche de encontrar una débochca que fuera madre de ese hijo. Tendría que ponerme en esa tarea al día siguiente, pensé. Era una ocupación nueva. Era algo que tendría que empezar, un nuevo capítulo que comenzaba.

Eso es lo que va a pasar ahora, hermanos, ahora que llego al final de este cuento. Habéis acompañado a vuestro druguito Alex allá donde ha ido, habéis sufrido con él y habéis videado algunas de las acciones más brachnas y grasñas del viejo Bogo, todas sobre vuestro viejo drugo Alex. Y todo se explicaba porque era joven. Pero ahora, al final de esta historia, ya no soy joven, ya no. Alex ha crecido, oh sí.

Pero donde vaya ahora, oh hermanos míos, tengo que itear odinoco, no podéis acompañarme. Mañana es todo como dulces flores y la tierra vonosa que gira, y allá arriba las estrellas y la vieja luna, y vuestro viejo drugo Alex buscando odinoco una compañera. Y toda esa cala. Un mundo grasño y vonoso, realmente terrible, oh hermanos míos. Y por eso, un adiós de vuestro druguito. Y para todos los demás en esta historia, un profundo chumchum de música de labios: brrrrr. Y pueden besarme los scharros. Pero vosotros, oh hermanos míos, recordad alguna vez a vuestro pequeño Alex que fue. Amén. Y toda esa cala.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Introducción Sinfónica

"Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo.

Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.

Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir con una vida oscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse al beso del sol en flores y frutos.

Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja un sueño de la media noche, que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones, y ante esta idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida, y agitándose en terrible, aunque silencioso tumulto, buscan en tropel por donde salir a la luz, de las tinieblas en que viven. Pero, ¡ay, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra; y la palabra tímida y perezosa se niega a secundar sus esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes, después de la inútil lucha vuelven a caer en su antiguo marasmo. Tal caen inertes en los surcos de las sendas, si cae el viento, las hojas amarillas que levantó el remolino.

Estas sediciones de los rebeldes hijos de la imaginación explican algunas de mis fiebres: ellas son la causa desconocida para la ciencia, de mis exaltaciones y mis abatimientos. Y así, aunque mal, vengo viviendo hasta aquí: paseando por entre la indiferente multitud esta silenciosa tempestad de mi cabeza. Así vengo viviendo; pero todas las cosas tienen un término y a éstas hay que ponerles punto.

El insomnio y la fantasía siguen y siguen procreando en monstruoso maridaje. Sus creaciones, apretadas ya, como las raquíticas plantas de un vivero, pugnan por dilatar su fantástica existencia, disputándose los átomos de la memoria, como el escaso jugo de una tierra estéril. Necesario es abrir paso a las aguas profundas, que acabarán por romper el dique, diariamente aumentadas por un manantial vivo.

¡Anda, pues! andad y vivid con la única vida que puedo daros. Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis palpables. Os vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa tejida de frases exquisitas, en las que os pudierais envolver con orgullo, como en un manto de púrpura. Yo quisiera poder cincelar la forma que ha de conteneros, como se cincela el vaso de oro que ha de guardar un preciado perfume. ¡Mas es imposible!

No obstante necesito descansar: necesito, del mismo modo que se sangra el cuerpo, por cuyas hinchadas venas se precipita la sangre con pletórico empuje, desahogar el cerebro, insuficiente a contener tantos absurdos.

Quedad, pues, consignados aquí, como la estela nebulosa que señala el paso de un desconocido cometa, como los átomos dispersos de un mundo en embrión que avienta por el aire la muerte antes que su Creador haya podido pronunciar el fiat lux que separa la claridad de las sombras.

No quiero que en mis noches sin sueño volváis a pasar por delante de mis ojos en extravagante procesión, pidiéndome con gestos y contorsiones que os saque a la vida de la realidad del limbo en que vivís, semejantes a fantasmas sin consistencia. No quiero que al romperse este arpa vieja y cascada ya, se pierdan a la vez que el instrumento las ignoradas notas que contenía. Deseo ocuparme un poco del mundo que me rodea, pudiendo, una vez vacío, apartar los ojos de este otro mundo que llevo dentro de la cabeza. El sentido común, que es la barrera de los sueños, comienza a flaquear y las gentes de diversos campos se mezclan y confunden. Me cuesta trabajo saber qué casos he soñado y cuáles me han sucedido; mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales; mi memoria clasifica, revueltos nombres y fechas de mujeres y días que han muerto o han pasado con los de días y mujeres que no han existido sino en mi mente. Preciso es acabar arrojándoos de la cabeza de una vez para siempre.

Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la muerte sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo a cuyo contacto fuisteis engendrados, y quedad en él como el eco que encontraron en un alma que pasó por la tierra, sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus luchas.

Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran viaje; de una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro."

Gustavo Adolfo Bécquer

viernes, 12 de noviembre de 2010

lunes, 1 de noviembre de 2010

'Oh, deja que esos ojos, salvajes como los de la gacela,
ahora brillantemente osados o hermosamente tímidos,
que vencen mientras vagan y deslumbran donde habitan
contemplen esta página, y a mi verso no le nieguen esa sonrisa
por la cual mi pecho vanamente suspiraría,
si de tí pudiera ser algo más que amigo:
condédeme esto, cara doncella,
y no preguntes por qué a alguien tan joven encomiendo mi esfuerzo,
mas ofréceme con mi corona una mezcla de lirios incorruptibles.'
Lord Byron.

viernes, 15 de octubre de 2010

Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más. Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales herencia de la carne, sería una conclusión seriamente deseable. Morir, dormir: dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno ya libres del agobio terrenal, es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio, las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo, los insultos que sufre la paciencia, pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y ya no son acción? Pero, alto: la bella Ofelia. Hermosa, en tus plegarias recuerda mis pecados."


William Shakespeare.

sábado, 9 de octubre de 2010

El eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Ojalá pudiera conocer a alguien nuevo. Supongo que las probabilidades de que eso ocurra se ven disminuídas por mi capacidad de establecer contacto ocular con una mujer desconocida. ¿Por qué me enamoraré siempre de la primera mujer que veo y que me presta la más mínima atención?

Es el día que nos conocimos... estabas junto al mar, podía divisarte a lo lejos... recuerdo que me atrajiste a esa distancia incluso a esa distancia y pensé... "¡Jo, qué raro, me atrae la espalda de alguien!". Llevabas la sudadera de color naranja que llegaría a conocer tanto, que incluso llegaría a odiar con el tiempo, pero entonces pense: "¡Cómo mola, una sudadera naranja!"

- Hola.
- Hola.
-Te he visto aquí, aquí sentado... y solo. Y he pensado: "Gracias a Dios, una persona normal que tampoco sabe como relacionarse."
- Sí... nunca, nunca sé qué decir.


martes, 21 de septiembre de 2010

lunes, 20 de septiembre de 2010

They say when you met the love of your life, time stops.


I wish I could see you tomorrow even just for a second

domingo, 5 de septiembre de 2010

Entonces se apagaron todas las luces y se encendieron dos reflectores que venían de los orificios de proyección, y uno de ellos iluminaba directamente a Vuestro Humilde y Sufriente Narrador. Y la otra luz fue a fijarse sobre un cheloveco grande y bolche que yo jamás había videado antes. Tenía un litso grasiento, y mostacho, y como mechones de pelo pegados a la golová casi calva. Era de unos treinta, cuarenta o cincuenta años, es decir un starrio que andaba por esa edad. Se me acercó y el reflector lo acompañó, y poco después las dos luces eran una sola más grande. El veco me dijo con mucha burla:

-Hola, montón de basura. Puff, no te lavas mucho, qué olor tienes. -Luego, como si estuviera dando pasos de baile, me pisó las nogas, la izquierda y también la derecha, y después me dio un arañazo en la nariz que me dolió como besuño y me llenó los glasos con las viejas lágrimas, y además me retorció el uco izquierdo como si fuera la perilla de una radio. Pude slusar risitas y un par de jajajas realmente joroschós que venían del público. La nariz, las nogas y las orejas me ardían y dolían como besuño, así que le dije:

-¿Por qué me tratas así? Jamás te hice mal, hermano.
-Ah -dijo este veco-. Mira esto -arañazos a la nariz- y esto -retorcimiento de oreja-, y esto otro -feo pisotón en la noga derecha- pues no me gusta la gente como tú. Y si quieres responder de algún modo, empieza, por favor empieza. -Entonces comprendí que tenía que andar verdaderamente scorro y sacar la britba filosa antes que se me apareciese aquella náusea espantosa, convirtiendo la alegría de la batalla en el sentimiento de que era mejor contenerse. Pero, oh hermanos, cuando mi ruca buscó la britba en el carmano interior, mi glaso mental videó a este cheloveco insultante, y ahora me pedía compasión, y el crobo rojo rojo le corría por la rota, y apenas había aparecido esta imagen cuando llegaron las náuseas, la garganta seca y los dolores, y comprendí que tenía que cambiar muy scorro lo que sentía por este podrido veco, de modo que busqué cigarrillos o dinero en los carmanos, y entonces, oh hermanos míos, como no tenía ninguna de las dos vesches, le dije, medio tembleque y balbuceante:

-Me gustaría darte un cigarrillo, hermano, pero parece que no tengo. -Y el veco me dijo:
-Bah, bah, juuujuuu. Llora, chiquito. -Y ahí nomás me arañó otra vez la nariz con una uña bolche y dura, y pude slusar smecadas muy ruidosas de diversión que venían del público en la oscuridad. Le dije verdaderamente desesperado, procurando mostrarme amable con este veco insultante y agresivo, y parar así los dolores y las náuseas:
-Por favor, déjame hacer algo por ti. -Y rebusqué en mis carmanos; pero sólo encontré la britba filosa, así que la saqué y se la ofrecí, al mismo tiempo que le decía: -Por favor, toma esto, te lo ruego. Un regalito. Te pido que lo aceptes. -Guárdate esos sobornos hediondos -dijo el veco-. No me convencerás de ese modo. -Me dio un golpe en la ruca y la britba filosa cayó al suelo. Así que le dije:

-Por favor, tengo que hacer algo. ¿Te limpio las botas? Mira, me agacho para lamértelas. -Y entonces, hermanos míos, créanlo o bésenme los scharros, me arrodillé y saqué un kilómetro y medio de mi yasicca roja para lamerle las botas grasñas y vonosas. Pero el veco me contestó con una patada -no muy fuerte- en la rota. Entonces pensé que no vendrían las náuseas y el dolor si sólo le agarraba los tobillos con las rucas y lo mandaba al suelo a este grasño brachno. Así lo hice y el veco se llevó una real y bolche sorpresa, porque se fue al suelo entre las risas del podrido público. Pero al videarlo en el suelo sentí que me venía esa sensación horrible, de modo que le ofrecí la ruca para que se levantara scorro, y arriba fue el tipo. Y cuando se disponía a darme un tolchoco realmente feo y perverso en el litso el doctor Brodsky dijo:

-Está bien, suficiente. -Así que este veco horrible medio se inclinó y se alejó muy elegante, como un actor, mientras se encendían las luces encegueciéndome, y yo abría la rota aullando. El doctor Brodsky dijo al público:
-Como ven ustedes, nuestro sujeto se siente impulsado hacia el bien porque paradójicamente se siente impulsado al mal. La intención de recurrir a la violencia aparece acompañada por hondos sentimientos de incomodidad física. Para aliviarlos, el sujeto tiene que pasar a una actitud diametralmente opuesta. ¿Alguna pregunta?
-El problema de la elección -dijo una golosa rica y profunda, y era el chaplino de la cárcel-. En realidad, no tiene alternativa, ¿verdad? El interés propio, el temor al dolor físico lo llevaron a esa humillación grotesca. La insinceridad era evidente. Ya no es un malhechor. Tampoco es una criatura capaz de una elección moral.
-Ésas son sutilezas -sonrió a medias el doctor Brodsky-. No nos interesan los motivos, la ética superior. Sólo queremos eliminar el delito...
-Y -agregó el ministro bolche y bien vestido- aliviar la espantosa congestión de las prisiones.
-Bien, bien -dijo alguien.
Hubo mucha goborada y discusión, y yo estaba allí, hermanos, casi completamente ignorado por esos brachnos ignorantes, así que criché:
-Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mí? ¿Dónde entro en todo esto? ¿Soy un animal, o un perro? -Y así provoqué una goborada de veras fuerte, y todos me arrojaban slovos. Así que criché más fuerte todavía: -¿No soy más que una naranja mecánica? -No sé qué me llevó a usar esos slovos, hermanos, que se me vinieron a la golová sin pensarlo. Y no sé por qué, pero los hice callar a todos los vecos durante un minuto o dos. Entonces, un cheloveco starrio de tipo profesoral se puso de pie, y tenía un cuello que era como un montón de cables que le salían de la golová y le bajaban al ploto, y me dijo:


-No tienes por qué protestar, muchacho. Elegiste, y esto es el resultado de tu elección. Lo que venga ahora es lo que elegiste tú mismo. -Pero el chaplino de la prisión crichó:
-Oh, ojalá pudiera creerlo. -Y se podía videar que el director lo miraba como diciéndole que no ascendería en la religión carcelera tan alto como él creía. Aquí recomenzó la discusión a gritos, y entonces pude slusar el slovo Amor que iba de un lado para otro, y el propio chaplino de la prisión crichaba tan alto como los demás sobre el Amor Perfecto que Destruye el Miedo, y el resto de esa cala.
Y aquí el doctor Brodsky dijo, sonriendo con todo el litso:
-Me alegro, caballeros, de que se haya suscitado esta cuestión del Amor. Ahora veremos en acción una forma del Amor que creíamos muerta, junto con la Edad Media. -Se apagaron las luces y otra vez se encendieron los reflectores, uno enfocado sobre vuestro pobre y doliente Amigo y Narrador, y en el pedazo iluminado por el otro rodó o se deslizó la más hermosa débochca joven que uno hubiera podido imaginar en toda la chisna. Es decir, tenía unos grudos realmente joroschós, que casi se videaban enteros, porque llevaba unos platis que bajaban y bajaban y bajaban por los plechos. Y tenía las nogas como Bogo en el Paraíso, y cuando caminaba uno sentía que se le revolvían las quischcas, aunque el litso era un litso dulce y cordial, joven e inocente. Se me acercó y era de luz, como la luz de la gracia celestial y toda esa cala, y lo primero que me vino a la golová era que quería tumbarla ahí mismo, sobre el suelo, para hacer el viejo unodós unodós realmente salvaje, pero scorro como un tiro me atacó la náusea, como un detective que hubiese estado vigilando desde la esquina y ahora viniese a hacer el
arresto. Y el vono del agradable perfume de la débochca inició un movimiento en mis quischcas, y así entendí que tenía que pensar de otro modo en ella, antes que el dolor, la sed y la náusea horrible se me echasen encima verdaderamente joroschós.

Así que criché: -Oh, la más bella y dulce de las débochcas, pongo el corazón a tus pies para que lo pises. Si tuviera una rosa te la daría. Si el suelo estuviera mojado y caloso extendería mis platis para que caminaras encima y no mancharas tus nogas exquisitas con la roña y la cala. -Y mientras decía todo esto, oh hermanos míos, sentía que la náusea iba cediendo.- Permite -criché- que te venere y sea tu auxilio y protector en este mundo perverso. -Entonces me vino el slovo justo, y me sentí mejor, y le dije:- Déjame ser tu auténtico caballero -y otra vez me arrodillé, inclinado casi hasta rozar el suelo.


Y entonces me sentí de veras schuto y tonto, porque todo había sido teatro, y la débochca sonrió y se inclinó ante el público, y salió con paso ágil y elegante, y las luces se encendieron y se oyeron algunos aplausos. Y los glasos de algunos de los starrios vecos del público se les salían de las órbitas al mirar a esta joven débochca, y se videaba en ellos el deseo sucio e impío, oh hermanos míos.


-Será nuestro auténtico cristiano -estaba crichando el doctor Brodsky- dispuesto a ofrecer la otra mejilla, dispuesto a dejarse crucificar antes que a crucificar, que se enfermará ante la mera idea de matar siquiera a una mosca. -Y era cierto, hermanos, porque cuando dijo eso pensé en matar una mosca, y comencé a sentir una ligera náusea, pero ahogué la sensación imaginando que yo alimentaba a la mosca con pedacitos de azúcar, y la cuidaba como a un animalito regalón, y toda esa cala.- Recuperación -crichó el doctor Brodsky-. Alegría ante los Angeles del Señor.
-El hecho es -estaba diciendo con voz gronca el ministro del Inferior- que funciona.
-Oh -dijo el chaplino de la prisión, medio suspirando-, por cierto que funciona, Dios nos asista a todos.


*Diccionario Nadsat-Español.

sábado, 28 de agosto de 2010

La Naranja Mecánica

“De modo que tuve que subir por la escalera los diez pisos. Lo hice maldiciendo y jadeando, cansado del cuerpo ya que no del cerebro. Esa noche necesitaba urgentemente oír música, quizás a causa de la débochca que había cantado en el Korova. Quería darme un atracón, hermanos míos, antes de que me sellaran el pasaporte en la frontera del sueño y levantaran el schesto rayado para dejarme pasar .

Abrí la puerta del 10-8 con mi propio quiluchito, y en nuestro malenco refugio no se oía nada, pues pe y eme estaban en el país de los sueños, y eme me había dejado sobre la mesa una cena malenca -un par de lonticos de carne y un pedazo o dos de klebo y manteca, y un vaso del viejo moloco. Jo jo jo, el viejo moloco, sin cuchillos ni synthemesco ni dencrom. Hermanos míos, qué perversa me parecerá desde ahora la inocente leche. De todos modos comí y bebí vorazmente, pues estaba más hambriento de lo que había creído. Fui a mi cuartito o madriguera, mientras comenzaba a aflojarme los platis. Aquí estaban mi cama y mi estéreo, orgullo de mi chisna, y los discos en el estante, y las banderas y gallardetes sobre la pared, que eran como recuerdos de mi vida en los correccionales desde los once años, oh hermanos míos, cada uno brillando y resplandeciendo con un nombre o un número: SUR 4; DIVISIÓN AZUL METRO CORSKOL; LOS MUCHACHOS DE ALFA.

Los pequeños altavoces de mi estéreo estaban todos dispuestos alrededor del cuarto, en el techo, las paredes, el suelo, de modo que cuando me acostaba en la cama para slusar la música, estaba como envuelto y rodeado por la orquesta. Lo que primero deseaba escuchar esa noche era el nuevo concierto para violín, del norteamericano Geoffrey Plautus, tocado por Odiseo Choerilos con la Filarmónica de Macon (Georgia), de modo que lo saqué del estante, conecté y esperé, y entonces, hermanos, llegó la cosa. Oh, qué celestial felicidad. Estaba totalmente nago mirando el techo, la golová sobre las rucas, encima de la almohada, los glasos cerrados, la rota abierta en éxtasis, slusando esas gratas sonoridades. Oh, era suntuoso, y la suntuosidad hecha carne. Los trombones crujían como láminas de oro bajo mi cama, y detrás de mi golová las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al Iado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. Oh, era una maravilla de maravillas. Y entonces, como un ave de hilos entretejidos del más raro metal celeste, o un vino de plata que flotaba en una nave del espacio, perdida toda gravedad, llegó el solo de violín imponiéndose a las otras cuerdas, y alzó como una jaula de seda alrededor de mi cama. Aquí entraron la flauta y el oboe, como gusanos platinados, en el espeso tejido de plata y oro. Yo volaba poseído por mi propio éxtasis, oh hermanos. Pe y eme en el dormitorio, al Iado, habían aprendido ahora a no clopar la pared quejándose de lo que ellos llamaban ruido. Yo les había enseñado. Ahora tomaban píldoras para dormir. Tal vez advertidos de la alegría que yo obtenía de mi música nocturna, ya las habían tomado. Mientras slusaba, los glasos firmemente cerrados en el éxtasis que era mejor que cualquier Bogo de synthemesco, entreví maravillosas imágenes. Y cuando la música, que tenía un solo movimiento, llegó a su total culminación, yo, tendido en mi cama con los glasos bien apretados y las rucas tras la golová, sentí que me quebraba, y spataba, y exclamaba aaaaah, abrumado por el éxtasis. Y así la bella música se deslizó hacia el final resplandeciente."

Anthony Burgess.

La Naranja de Kubrick es una fábula; la de Burgess es una novela.

“Publiqué la novela A Clockwork Orange en 1962, lapso que debería haber bastado para borrarla de la memoria literaria del mundo. Sin embargo se resiste a ser borrada, y de esto la versión cinematográfica de Stanley Kubrick es la principal responsable. Desgraciadamente mi pequeño libelo atrajo a muchos porque despedía los miasmas del pecado original como un cartón de huevos podridos. Parece mojigato e ingenuo negar que mi intención al escribir la novela era excitar las peores inclinaciones de mis lectores. De buena gana la repudiaría por diferentes razones, pero eso no está permitido. Es altamente probable que sobreviva, mientras que otras obras mías que valoro más muerden el polvo. Esta no es una experiencia inusual para los artistas. Rachmaninoff solía lamentarse de que se le conociera principalmente por un Preludio en Do menor sostenido que compuso en la adolescencia, mientras que sus obras de madurez no entraban nunca en los programas. Los niños afilan sus dientes pianísticos en un Minueto en Sol que Beethoven compuso sólo para poder detestarlo. Tendré que seguir viviendo con La naranja mecánica, y eso significa que me liga a ella un cierto deber de autor. Tengo un deber muy especial hacia ella en los Estados Unidos, y será mejor que explique en qué consiste.

El libro que se publicó en Nueva York sólo tenía veinte capítulos. El editor insistió en eliminar el veintiuno. Naturalmente, yo podía haberme opuesto y llevar mi libro a otra parte, pero se consideraba que él estaba siendo caritativo al aceptar mi trabajo y que cualquier otro editor de Nueva York o Boston rechazaría el manuscrito sin contemplaciones. En 1961 necesitaba dinero, aun la miseria que me ofrecían como anticipo, y si la condición para que aceptasen el libro significaba también su truncamiento, que así fuera. Por tanto hay una profunda diferencia entre La naranja mecánica que es conocida en Gran Bretaña y el volumen algo más delgado que lleva el mismo título en los Estados Unidos de América. Pero ¿qué ocurría en ese vigésimo primer capítulo? Ahora tienen la oportunidad de averiguarlo. En resumen, mi joven criminal protagonista crece unos años. La violencia acaba por aburrirlo y reconoce que es mejor emplear la energía humana en la creación que en la destrucción. La violencia sin sentido es una prerrogativa de la juventud; rebosa energía pero le falta talento constructivo. Su dinamismo se ve forzado a manifestarse destrozando cabinas telefónicas, descarrilando trenes, robando coches y luego estrellándolos y, por supuesto, en la mucho más satisfactoria actividad de destruir seres humanos. Sin embargo, llega un momento en que la violencia se convierte en algo juvenil y aburrido. Es la réplica de los estúpidos y los ignorantes. Mi joven rufián siente de pronto, como una revelación, la necesidad de hacer algo en la vida, casarse, engendrar hijos, mantener la naranja del mundo girando en las rucas de Bogo, o manos de Dios, y quizás incluso crear algo, música por ejemplo. Después de todo Mozart y Mendelssohn compusieron una música celestial en la adolescencia o nadsat, mientras que lo único que hacía mi héroe era rasrecear y el viejo unodós-unodós. Es con una especie de vergüenza que este joven que está creciendo mira ese pasado de destrucción. Desea un futuro distinto.

Los lectores del capítulo veintiuno deben decidir por sí mismos si mejora el libro que presumiblemente conocen o realmente se trata de un miembro prescindible. Mi intención era que el libro concluyese de esta manera, pero tal vez mi juicio estético no era correcto. Los escritores raras veces son sus mejores críticos, y tampoco son críticos. Quod scripsi
scripsi, dijo Poncio Pilatos cuando hizo a Jesucristo rey de los judíos. «Lo que he escrito, escrito está». Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo. Con lo que el doctor Johnson llamaba fría indiferencia expondré lo escrito al juicio de ese 0,00000001 de la población norteamericana al que le importan esas cuestiones. Coman esta porción dulce o escúpanla. Son libres."

Anthony Burgess

jueves, 26 de agosto de 2010

Español-Nadsat

A

Adolescente: nadsat
Alegría: radosto
Alimento: pischa
Almohada: poduchca
Agarrar: scvatar
Agujero: yama
Amor: carola
Amigo: drugo
Anciana: bábuchca, sumca
Arañar: scraicar
Arma de fuego: puschca
Arrogante: nadmeño
Arrojar: brosar
Aterrorizado: spugo
Atrapar: lovetar
Atrasar: chilumpear
Azúcar: sacarro

B

Barrera: schesto
Bastardo: brachno, sodo
Beber: pitear
Bebida: fuegodoro
Biblioteca: biblio
Bien: dobo, joroschó
Boca: rota
Bolsillo: carmano
Borracho: pianitso
Borrar: osuchar
Botón: nopca
Bruto: chovelo

C

Cabello: boloso, gloria
Cabeza: golová, gulivera, quijotera
Cadena: usy
Calzoncillos: niznos
Caminar: gular
Campanilla: colocolo
Canción: warble
Cara: litso
Cárcel: staja
Casa: domo
Casco: schlemo
Cigarrillo: cancrillo
Cine: siny
Cintura: talla
Cerebro: mosco, rasudoque
Comer: munchar
Comprar: cuperar
Conducir: yecar
Consejo: soviet
Cosa: vesche
Cuello: schiya
Culo: scharro
Cuchillo: nocho
Cuento: rascaso
Cuerpo: ploto

D

Decir: scasar
Delincuente: prestúpnico
Desnudo: nago
Destruir: cracar, rasrecear
Dinero: dengo
Diario: gasetta
Dientes: subos
Dios: Bogo
Disculpas: apología
Dormir: sasnutar, spatar
Dos: dva
Droga: drencrom, synthemesco, vellocet
Dulce: sladquino

E

Enfermo: bolnoyo
Entender: copar
Empezar: nachinar
Enojo: rasdrás
Entender: ponimar
Escuela: scolivola
Escuchar: slusar
Estimado: dorogo
Estúpido: glupo, schuto
Estrepitoso: gronco
Extraordinario: chudesño

F

Fantasía: meselo

G

Gato: coschca
Garganta: gorlo
Generoso: samantino
Grande: bolche
Gritar: crarcar, crichar, placar
Golpear: clopar, cracar, tolchoquear
Golpe: tolchoco
Guardia: chaso

H

Hablar: goborar
Hacer el amor: lubilubar, polear, unodós
Hermano: brato
Hombro: plecho
Horror: straco

I

Individuo: cheloveco, liudo, veco
Interesar: interesobar
Ir: itear, ucadir

J

Joven: molodo
Judío: yajudo

L

Labio: guba
Lastimar: bredar
Lavar: chistar
Leche: moloco
Lentes: ochicos
Lengua: yasicca
Listo: umno
Loco: besuño, naso
Llamar: clopar
Llave maestra: polillave
Llave: quilucho
Llevar: privodar
Lugar: mesto

M

Malo: maluolo
Mano: ruca
Manteca: maslo
Mamá: eme, ma
Masticar: munchar
Matar: ubivar
Miedos: puglio
Mierda: cala
Minuto: minuta
Mirar: smotar
Moneda: goli
Morir: cascar, snufar
Muchacha: débochca, ptitsa
Muchacho: málchico
Mujer: china, filosa, forella
Murmurar: chumlar

N

Navaja: britba
Noche: naito
Nombre: imya
Notable: samechato

O

Ocurrir: sluchar
Oficina: cantora
Oler: nuquear
Olor: vono
Ojo: glaso, vidrio
Orden: soviet
Oreja: uco

P

Palabra: slovo
Papá: papapa, pe
Pañuelo: tastuco
Patata: cartófilo
Pata: lapa
Pan: klebo
Pandilla: schaica
Pantuflas: tuflos
Pedazo: lontico
Pelea: bitha
Pelear: dratsar
Pequeño: malenco
Pensamiento: meselo
Pico: cluvo
Pie: noga
Pierna: noga
Pizca: duco
Policía: militso
Precioso: fons
Preocupación: silaño
Preparar: varitar
Prisionero: plenio

R

Rápido: scorro
Recoger: sobirar
Reír: smecar
Rico: bugato
Robar: crastar
Ropas: platis
Ruido: chumchum, svuco

S

Sacerdote: chaplino
Salpicadura: plesco
Sangre: crobo
Sarcástico: sarco
Secar: osuchar
Solo: odinoco
Sombrero: schlapa
Sonido: svuco
Sucio: grasño, mersco
Sueño: snito, spachca
Suicidarse: evaporarse

T

Taza: chascha
Té: chai
Terrible: uchasño
Testículos: yarboclos
Tetas: grudos
Timbre: svonoco
Tontería: chepuca
Trabajar: rabotar
Trastornar: rasrecear
Tres: tri
Tripas: quischcas

U

Uno: odin
Útil: polesño

V

Vaca: scotina
Valioso: dorogo
Ver: videar
Vida: chisna
Vientre: bruco
Viejo: dedón, starrio
Ventana: ocno
Voz: golosa

Z

Zapato: sabogo


*Nadsat-Español

miércoles, 25 de agosto de 2010

Mi profesor de guitarra quiere que yo toque así:



Pero yo quiero tocar así:

sábado, 21 de agosto de 2010

Amo su sonrisa.
Amo su pelo.
Amo sus rodillas.
Amo cómo se humedece los labios antes de hablar.
Amo su marca de nacimiento en forma de corazón en su cuello.
Amo cómo duerme.
Amo escuchar esta canción pensando en ella.
Amo como me hace sentir, como si todo fuera posible o como si vivir valiese... la pena.





...




...

Odio sus dientes torcidos.
Odio su corte de pelo de los 60s.
Odio sus rodillas nudosas.
Odio como se chupa los labios antes de hablar.
Odio su mancha de nacimiento con forma de cucaracha en el cuello.
Odio el sonido que hace cuando se ríe.
¡ODIO ESTA CANCIÓN!
Hay dos posibilidades: o ella es una malvada, un miserable ser humano desprovisto de sentemientos o... es un robot.
...

Si Tom había aprendido algo es que no puedes atribuir un significado cósmico a un suceso terrenal. Coincidencia, eso es todo, nada más que coincidencias... Tom finalmente había aprendido que no existen los milagros. No existía algo así como el destino. Él lo sabía, estaba seguro de ello ahora.

miércoles, 18 de agosto de 2010

You're so fuckin' special
But I'm a creep, I'm a weirdo.
What the hell am I doing here?
I don't belong here.

He's running out again,
He's running out
He's run run run running out...

lunes, 16 de agosto de 2010

"Con el tiempo he llegado a amar el secreto. Parece ser lo único capaz de hacer misteriosa o maravillosa la vida moderna. Basta esconder la cosa más corriente para hacerla deliciosa. Cuando ahora me marcho de Londres, nunca le digo a mi gente adónde voy. Si lo hiciera, dejaría de resultarme placentero. Es una costumbre tonta, lo reconozco, pero por alguna razón parece dotar de romanticismo a la vida. Todo retrato que se pinta de corazón es un retrato del artista, no de la persona que posa. El modelo no es más que un accidente, la ocasión. No es a él a quien revela el pintor; es más bien el pintor quien, sobre el lienzo coloreado, se revela. La razón de que no exponga el cuadro es que tengo miedo de haber mostrado el secreto de mi alma. No quiero desnudar mi alma ante las miradas entrometidas y superficiales. Nunca pondré mi corazón bajo su microscopio. Hay demasiado de mí mismo en ese cuadro, ¡demasiado de mí mismo! Un artista debe crear cosas hermosas, pero sin poner en ellas nada de su propia existencia. Vivimos en una época en la que se trata el arte como si fuese una forma de autobiografía. Y ésa es la razón de que el mundo no deba ver nunca mi retrato de Dorian Gray."

Oscar Wilde.

domingo, 8 de agosto de 2010

She's given up talking

She doesn't say a word
Even in the classroom
Not a dickie bird
Unlike other children
She's seen and never heard
She's given up talking
Don't say a word

You see her in the playground
Standing on her own
Everybody wonders
Why she's all alone
Someone made her angry
Someone's got her scared
She's given up talking
Don't say a word

Ah but when she comes home
It's yap-a-yap-yap
Words are running freely
Like the water from a tap
Her brothers and her sisters
Can't get a word in edgeways
But when she's back at school again
She goes into a daze

She's given up talking
She don't say a word


miércoles, 9 de junio de 2010


But she doesn't even know him.
Yes, she does! Since forever... in her dreams!

martes, 8 de junio de 2010

-Esa chica del vaso de agua... creo que está distraída porque está pensando en alguien.
-¿Te refieres a alguien del cuadro?
-No, quizá un chico con quien ella se cruzó y le dio la impresión de que los dos se parecían.
-Ah, o sea que ella prefiere imaginarse una relación con alguien ausente que tener una con los que están a su lado.
-No sé... Quizá sea lo contrario...
- ¿Ella está enamorada de él?
- Sí.
- Entonces ha llegado el momento de arriesgarse, de que ella se arriesgue de verdad.
- Eso es lo que piensa, está estudiando una estratagema para...
- Ya entiendo, le gustan las estratagemas.
- Sí.
- En realidad ella es una cobarde, precisamente por eso me cuesta captar su mirada.



Usted no tiene huesos de cristal, podrá soportar los golpes de la vida. Si deja pasar la oportunidad, con el tiempo su corazón se ira volviendo seco y frágil como mi esqueleto.
¿A qué espera?, ande, vaya a por él.



(No se oye ni una mierda el vídeo, pero no hace falta... se entiende sólo con las imágenes. Ver a partir del minuto 1:00)

domingo, 6 de junio de 2010

Sociability it's hard,
there’s people who will
hurt you because of who you are.
You hold out you
r heart to people who never really care how you are.
So take me away form this big bad world and agree to marry me


jueves, 3 de junio de 2010

Imagina que éste hubiera sido el discurso...


"Lo siento, pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio. No quiero gobernar ni conquistar a nadie, sino ayudar a todos si fuera posible, judíos y gentiles, blancos o negros. Tenemos que ayudarnos unos a otros. Los seres humanos somos así, queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados, no queremos odiar ni despreciar a nadie, en este mundo hay sitio para todos, la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido, la codicia ha envenenado las almas ha levantado barreras de odio nos ha empujado hasta las miserias y las matanzas hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros. El maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad, nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos humanidad; más que inteligencia, tener bondad y dulzura, sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos, la verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros. Ahora mismo mi voz llega a millones de seres en todo el mundo a millones de hombres desesperados, mujeres y niños víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme les digo: no desespereis, la desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano el odio de los hombres pasará y caerán los dictadores y el poder que le quitaron al pueblo se le reintegrará al pueblo y así mientras el hombre exista, la libertad no perecerá. Soldados, no os rindais a esos hombres que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen lo que teneis que hacer, que pensar y que sentir, os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como a carne de cañón. No os entregueis a estos individuos inhumanos, hombres máquinas, con cerebros y corazones de máquinas, vosotros no sois máquinas, no sois ganado, sois hombres, llevais el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio, sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos. Soldados, no lucheis por la esclavitud sino por la libertad . En el capítulo 17 de San Lucas se lee: el reino de Dios está dentro del hombre, no de un hombre ni de un grupo de hombres, sino de todos los hombres, en vosotros, vosotros, el pueblo teneis el poder. El poder de crear máquinas, el poder felicidad, vosotros, el pueblo, teneis el poder de hacer esta vida libre y hermosa de convertirla en una maravillosa aventura. En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos, luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombers trabajo y de la juventud un futuro y de la vejez seguridad. Con la promesa de esas cosas, las fieras alcanzaron el poder, pero mintieron, no han cumplido sus promesas, ni nunca las cumplirán, los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo, luchemos ahora nosotros para hacer realidad lo prometido, todos a luchar para libertar al mundo, para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia, luchemos por el mundo de la razón, un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzca a todos a la felicidad, ¡soldados, en nombre de la democracia, debemos unirnos todos!" Discurso de Charles Chaplin en su papel de un barbero judío que es confundido por Hitler.

Me di cuenta de algo, estamos equivocados,
debemos pensar de otra manera,
debemos pensar con amor y tolerancia,
debemos respetarnos unos a otros,
porque somos todos iguales.
Si es que he causado dolor a alguien
es el momento de pedir perdón,
es el momento de construir un mundo de paz y amor,
es hora de cambiar la historia,
es hora del amor,
de abrazarse,
de amarse unos a otros.

martes, 1 de junio de 2010

Tú, con la oreja pegada a la pared esperando a que alguien llame. Eh, tú, ¿me ayudarás a cargar los ladrillos? Pero es sólo fantasía, el muro es demasiado alto para que puedas ver. No importa cómo lo intentes, no podrás ser libre. Y los gusanos comen tu cerebro. Eh, tú, fuera en la carretera siempre haciendo lo que los demás hacen, ¿puedes ayudarme? Eh, tú, al otro lado de la pared, ¿puedes ayudarme? Oye, no digas que no hay esperanza. ¿Hay alguien ahí afuera? Cuando soy un buen perro a veces me tiran algún hueso. Tengo asombrosos poderes de observación. Y tengo una necesidad urgente de volar. Pero no tengo ningún lugar donde volar. No puedo explicarlo y no lo entenderías. Así no es como soy yo. Con mi sonrisa vacía y mi corazón hambriento.

lunes, 10 de mayo de 2010






Un día como hoy, hace 53 años, John Simon Ritchie vino al mundo en la ciudad de Londres, hijo de John Ritchie y Anne McDonalds, sin saber que se convertiría en una leyenda del punk, con el nombre artístico de Sidney (Sid) Vicious y de que moriría a los 21 años por una sobredosis de heroína.
A mucha gente le cae mal Sid, piensan que es un drogadicto, alcohólico y un mamarracho... pero me da igual... yo le amo. Y desde aquí, le deseo que descanse en paz en el Infierno con su amada Nancy (con la que por fin pudo reunirse).

miércoles, 17 de marzo de 2010

Ni uno sólo entre los millones de hombres que existían en la tierra se hubiese sentido capaz de compadecerme. ¿Por qué, pues, había yo de sentir afecto por mis enemigos? No. Desde aquel mismo momento me consideré en guerra eterna contra todas las especies, y sobre todo, contra el hombre fatídico que me había dado el ser poniéndome en un mundo en el que sólo había miseria para mí.

jueves, 11 de marzo de 2010

Agosto, 1914, una plaza en Múnich: todos bailaban y festejaban el inicio de la primera guerra mundial y entre toda esa gente, había un señor con sombrero y bigote que era pintor de acuarelas. Su nombre era Adolf Hitler.

miércoles, 10 de marzo de 2010

miércoles, 3 de marzo de 2010

El Romanticismo

Si en la Ilustración brillaba la luz, en el Romanticismo nos abruman las tinieblas. Bajo el nombre de "Romanticismo" se esconde un grito desgarrador de libertad. Después de la caída de Napoleón, el Romanticismo, es una vía de escape para las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar los principios revolucionarios.

El arte deja de regirse por la doctrina del Clasicismo.
El objetivo principal del arte no es la belleza, sino la expresión y sentimientos que pueden abrir horizontes mucho más amplios.
Emerge un deseo de que aparezca lo nuevo, insólito, oculto, reprimido, en una palabra, lo sublime, lo que está más allá del límite. Esta ansiedad provoca mucho más placer estético que la belleza.
Prima la subjetividad en detrimento de lo objetivo. Por medio del arte se intenta expresar el mundo interior del artista, aunque para ello haya que recurrir a mundos oscuros, penumbras o sueños.
Cobra importancia el tema de la magnitud. Se siente el mundo como algo inabarcable a lo que el hombre es incapaz de llegar. Esto genera un sentimiento de inferioridad y una angustia ante las fuerzas incontrolables de la Naturaleza.
Hay un vivencia profunda de la religión.
Se impone el gusto por lo exótico. Se valora lo distinto, se valora la originalidad de ahí que la mirada se fije profundamente en mundos orientales. Ambientes nocturnos, cementerios, ruinas, casas abandonadas, Iglesias vacías... historias sobrenaturales (Drácula, Frankestein)
El Romanticismo es un culto al YO.
Se usan personajes rebeldes, solitarios, insatisfechos y trágicos.
Idealización de todo, porque el romántico vive en un mundo que no le gusta y por eso idealiza uno mejor lo que le sirve de escapatoria.
Idealiza el amor. El amor es fundamental para la vida de un romántico. Y es trágico, no correspondido. Debe acabar en muerte, suicidio.
Se enfrentan con la Iglesia
Rechaza la razón.
Facilita la aparición de leyendas y mitos.

sábado, 27 de febrero de 2010

Londres, 1957. El 10 de Mayo, John Simon Ritchie llega al mundo, hijo de John Ritchie (granadero del ejército inglés) y Anne McDonald. Su padre los abandona y se van a vivir a Ibiza donde se dedican a vender LSD a los hippies. Luego se volvieron a Inglaterra donde Anne se casó con un tal Beverly. Aunque su primer nombre era Simon, él se refería a sí mismo como John. A John le gustaba David Bowie y se peinaba como él. En 1974, comenzó a consumir drogas intravenosas con su madre. Por ese tiempo, John vivía en una casa como ocupa junto con John Lydon, John Wardle y John Gray (The Four Johns). Sid se juntaba con los de Bromley Contingent, un grupo de fans de los Sex Pistols que pusieron al día la moda avant-garde del principio del movimiento punk británico. Ritchie tomó el nombre artístico de "Sid Vicious" cuando estaba tratando de ser cariñoso con el hamster de John Lydon (alias Johnny Rotten, debido a su falta de higiene bucal) y éste le mordió. Como el hamster se llamaba Sid, Rotten le puso ese apodo. Y fue llamado "Vicious" (por su connotación en inglés de malicioso), porque aparte de por la mordedura del hamster, durante estos años se hizo conocido por un ataque violento. En el festival 100 Club Punk Festival, Sid lanzó una jarra de cerveza y le golpeó la cara a una mujer, que como consecuencia perdió la vista de un ojo. En el mismo evento Sid asaltó al periodista de la revista NME, Nick Kent, con un pitón de moto y en otra ocasión amenazó al DJ de la BBC, Bob Harris en una discoteca de Londres. Sin embargo, Sid hizo un esfuerzo deliberado para encajar con los mitos que surgían en los medios sobre él y su nombre, porque John Lydon comentó que "Sid no podría ni darle un puñetazo a una bolsa de patatas fritas".

Sid comenzó su carrera musical como miembro de The Flowers of Romance junto al cofundador de The Clash, Keith Levene (que posteriormente formó parte del proyecto de John Lydon, Public Image Ltd.). Posteriormente se unió a Siouxsie & the Banshees tocando la batería, porque así se le veía menos. Según Dennis Morris, fotógrafo de la banda, Vicious era "una persona tímida, en el fondo". Alrededor de 1975, había empezado a autolesionarse y mostraba tendencias antisociales; algunos informes revelan que había asaltado a varios jubilados. Sid Vicious padecía el trastorno límite de la personalidad o borderline.

Al ser conocido como "el máximo fanático de los Sex Pistols" y ser amigo cercano de Johnny Rotten, la banda le pidió a Vicious que se uniera al grupo después de que Glen Matlock se fuera en febrero de 1977. El mánager, Malcolm McLaren, dijo una vez: "Si Rotten es la voz del punk, entonces Vicious es la actitud". Su carácter punk sobrepasaba su habilidad al tocar, pues nunca fue reconocido por sus capacidades musicales, aunque sí tenía facilidad innata para la composición como se descubrió posteriormente al saber que "Belsen Was a Gas" fue compuesta por él. En la biografía de los Sex Pistols escrita por Jon Savage, England's Dreaming, cuenta que las partes de bajo de la banda fueron grabadas por el guitarrista Steve Jones y que cuando tocaban en vivo el amplificador de Sid estaba apagado frecuentemente.

En noviembre de 1977 Johnny Rotten le presentó a Sid a la groupie Nancy Spungen e inmediatamente comenzaron una relación. Ella era una adicta a la heroína y Vicious, quien ya creía en su propia imagen de "vive rápido, muere joven", pronto compartió la dependencia. En la mañana del 12 de octubre de 1978, Sid se despertó de un estupor de drogas para encontrar a Nancy muerta en el suelo del lavabo de su cuarto de hotel (cuarto 100 del Hotel Chelsea, en Nueva York). Había recibido una única herida de puñalada en el abdomen y aparentemente se desangró hasta morir. Vicious fue arrestado y acusado de su asesinato, pero él decía no tener ningún recuerdo de haberlo hecho. Hay muchas teorías de que Spungen fue asesinada por alguien más, aunque la más usual dice que fue uno de los dos traficantes de drogas que visitaron su cuarto esa noche y que, probablemente, involucraba un robo, pues algunos artículos no se encontraron en el cuarto.

La fianza de U$S 30.000 fue pagada por Virgin Records a pedido de McLaren. El plan era que Vicious grabara un álbum con sus compañeros de los Pistols, Steve Jones y Paul Cook, para recaudar fondos para su defensa. Éste iba a ser una colección de éxitos, incluyendo, según McLaren, "White Christmas" y "Mack the Knife". También se consideró, según Paul Cook, que el álbum fuera a ser una selección de las canciones favoritas de Sid e incluyera pistas de The Stooges, Ramones, New York Dolls y The Heartbreakers. El 2 de febrero de 1979 se celebró una fiesta para celebrar su liberación en la casa de su nueva novia Michelle Robinson. Durante su estancia en la prisión de Rikers Island, Vicious había pasado por una terapia de rehabilitación de drogas y supuestamente estaba curado.

Sin embargo, en la fiesta obtuvo algo de heroína de parte de su novia, quien se negó a darle más droga aun cuando él lo pedía y fue su madre quien le dio una sobredosis suficiente para matar a dos personas. Ella pensó que eso acortaría su sufrimiento, pues ella también era adicta desde hace muchos años. Fue descubierto muerto a la mañana siguiente a causa de dicha sobredosis, los medios de comunicación creyeron por muchos años que Sid se había suicidado, pero fue su madre quien confesó el asesinato de su hijo mientras ella se encontraba en su lecho de muerte. Al momento de su muerte, Sid tenía 21 años.

Unos días después de ser incinerado, su madre encontró una nota de suicidio en el bolsillo de su chaqueta. Decía: "Hicimos un pacto de muerte, yo tengo que cumplir mi parte del trato. Por favor, entiérrenme al lado de mi nena. Entiérrenme con mi chaqueta de piel, vaqueros y botas de motociclista. Adiós. Con amor, Sid".
Pero, amigo mío, has revelado tu más profundo miedo
y te sentencio a ser expuesto ante tus semejantes
¡¡¡ECHEN EL MURO ABAJO!!!

Buenos días, su señoría gusano,
el prisionero que compadece ahora ante vos
fue atrapado mostrando sentimientos de naturaleza casi humana
eso no está nada bien, ¡llamen al maestro de escuela!

We don't need no education
We don't need no tought control,
no dark sarcasm in the classroom,
TEACHERS, LEAVE THOSE KIDS ALONE.


¡Yo soy él al igual que él es tú al igual que tú eres yo al igual que nosotros somos todos juntos!
¡Mira cómo corren como cerdos despavoridos ante un rifle!
¡mira como vuelan!
Estoy llorando...
Sentado en un copo de maíz espero a la camioneta a que venga.
Corporación de camisetas, maldito martes estúpido.
Tío, has sido un niño malo, dejaste que tu caradura creciese.

Señor policía de la ciudad sentadito, pequeño lindo policía en el bote.
¡Mira cómo vuelan como Lucía en el Cielo con Diamantes!
¡mira cómo corren!
Estoy llorando... estoy llorando...


Sustancia amarillenta goteando del ojo de un perro muerto,
pescadera de Crabalocker, sacerdotisa pornográfica.
Has sido una niña mala dejando que te bajasen las bragas.


Sentado en un jardín inglés esperando al sol...
si el sol no viene te pondrás moreno de estar bajo la lluvia inglesa.
Experto texto impertinente, fumadores axfixiados,
¿no te das cuenta de que el bufón se ríe de tí?
¡Mira como sonríen como cerdos en la pocilga!
¡mira cómo gruñen!
Estoy llorando...


Sardinas de semolina escalando la Torre Effiel...
pingüinos rudimentarios cantando el "Hare Krishna".
Tío, tendrías que haberlos visto pateando a Edgar Allan Poe...

¡Yo soy el hombre huevo, ellos son los hombres huevo!
¡¡Yo soy la Morsa!!
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