miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las montañas de la locura

La última etapa de la travesía fue vívida y estimulante para la fantasía. Grandes picos desnudos, envueltos en el misterio, surgían constantemente hacia el Oeste mientras el bajo sol septentrional del mediodía, o el sol meridional de medianoche, tan bajo que rozaba el horizonte, derramaba sus brumosos rayos rojizos sobre la blanca nieve, el hielo azulado, los cauces de agua y algunos fragmentos negros de la ladera de granito que quedaban al descubierto.

A través de las desoladas cimas pasaban furiosas e intermitentes ráfagas de terrible viento antártico, -cuya cadencia hacía pensar a veces, vagamente, en una música salvaje y casi dotada de sensibilidad. Sus flotas recorrían una prolongada escala que, por alguna reacción subconsciente del recuerdo, me parecía inquietante e incluso extrañamente terrible. Algo de aquel paisaje me recordaba las extrañas y perturbadoras pinturas asiáticas de Nicholas Roerich y las descripciones, aún más inquietantes, de la meseta de Leng, de perversa fama, que aparecen en el terrible Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred. Más tarde sentí haber examinado ese monstruoso libro en la biblioteca de la Universidad.


H.P. Lovecraft

domingo, 11 de septiembre de 2011

Annie Hall

"Yo creo que la vida está dividida en lo horrible y lo miserable. En esas dos categorías. Lo horrible son los enfermos incurables, los ciegos, los lisiados... no sé cómo pueden soportar la vida, me parece asombroso. Y los miserables somos todos los demás. Así que al pasar por la vida deberíamos dar gracias por ser miserables. Por tener la suerte de ser miserables."



Woody Allen


jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Por quién doblan las campanas?

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quien doblan las campanas: doblan por ti.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El Wendigo

Era profundamente sensible al encanto singular que posee la Naturaleza salvaje y solitaria de ciertos parajes, y sentía por esa soledad una especie de pasión romántica que rayaba lo obsesivo.


Algernon Blackwood