Notando que nadie entendía ni lo ayudaba, Beethoven se retrajo y se aisló. Por eso ganó la fama de misántropo. Cayó en una profunda depresión. Llegó a escribir un testamento diciendo que se iba a suicidar. Un día una muchacha ciega que vivía en la misma modesta pensión, donde Beethoven se había mudado, le dijo casi gritando: “Yo daría todo por poder ver una noche de luna…”. Beethoven se emocionó hasta las lágrimas, al fin y al cabo, ¡él podía ver!
Las ganas de vivir se le renovaron y entonces compuso una de las piezas más hermosas: “Sonata Claro de Luna”. Algunos estudiosos de música dicen que las tres notas que se repiten insistentemente en el tema principal del 1º movimiento de la Sonata, son la sílabas de la palabra “por qué” en alemán.
Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiró el deseo de traducir, en notas musicales, una noche de luna… Usando su sensibilidad, Beethoven retrató, a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no podía verla.
Esta información fue sacada de aquí.
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